En el corazón del pintoresco pueblo de Vigo de Sanabria, el antiguo edificio de las Escuelas ha vuelto a llenarse de vida, aunque ya no resuenen risas de niños ni pizarras de tiza. Ahora es el hogar del Museo de la Visparra, un lugar que guarda con mimo una de las tradiciones más antiguas y queridas de la comarca. Al recorrerlo, el visitante se adentra en tres mundos distintos: Mascaradas, Oficios Tradicionales y Miniaturas. Cada sección tiene su propia historia que contar, como si fueran capítulos de un libro abierto.

La Visparra no es solo una fiesta: es un latido del invierno. Personajes enmascarados, campanas que resuenan y colores que rompen el frío llenan las calles cada año. Y es que esta celebración sigue viva en varios rincones de Sanabria: el 26 de diciembre en Vigo de Sanabria, el 5 de enero en San Martín de Castañeda, y durante los carnavales, el famoso Antruexo o Entruexo de Galende.

En una de las salas del museo, figuras como el Visparro, la Talanqueira, la Madama y el Ciego parecen estar de guardia, vigilando cada rincón. Allí, en lo que antes fue un aula, ahora se respira el misterio y la magia de las mascaradas invernales que, durante generaciones, han dado identidad y carácter a este pueblo.

Pero la visita no termina ahí. Otra sala nos transporta a un tiempo en el que el trabajo manual y la paciencia eran parte de la vida diaria. Se exhiben herramientas y utensilios que hoy parecen casi piezas de museo —y lo son—: una rueca que aún parece girar historias, la espadiella o espadera que domaba el lino, la devanadera, el ripador... y tejidos de lino y lana que guardan el aroma de la tradición. Cada objeto cuenta una historia de esfuerzo, ingenio y conexión con la tierra.